Opinión

Cuentos de café

Diego Paolinelli

Entre dos ciudades

“ENTRE DOS CIUDADES”

El lugar donde uno nace, nos marca para toda la vida.

En mi caso, la ciudad de Zárate fue ese lugar, que además me dio sentido de pertenencia, como lo hacen las familias con las infancias.

Pero cuando llega la adolescencia y uno va interpretando la vida de otra manera, los sentimientos son manejados por otros motores, llega el deslumbramiento que nos moviliza a ese amor romántico. Eso lo provocó Mar del Plata, fue un amor a primera vista.

Hoy para entender que a mis cincuenta y largos, mi vida se divide entre estos dos lugares, por cada experiencia que me han transformado en quien soy.

Miro para atrás y me veo un niño de etapa escolar en Zárate, peinado con flequillo por mi madre y un guardapolvo blanco para ir a la escuela N°10, que contaba con la higuera plantada por el mismísimo Sarmiento. Las tardes de un barrio, donde una pelota de goma era el mejor juguete para compartir con los chicos de la cuadra y el Club Belgrano, esa segunda casa, donde aprendimos a jugar y comprometernos con un equipo, soñando con ser un destacado deportista, como Ricardo Bochini lo hizo años antes.

Caminar por el borde de la barranca y observar esa línea marrón que corría a través de tanto verde y esperar que sea verano, para ir a los clubes náuticos a disfrutar de la frescura del río Paraná desde la costa con playas de arena y barro.

Terminar la primaria y por la generosidad del padre de un amigo, una invitación a tener la posibilidad de conocer Mar del Plata Un viaje nocturno para evitar el tránsito. Ingresar desde la Ruta 2 por la Avenida Constitución y a los minutos descubrir la inmensidad del mar Argentino, un aroma salado en el aire invade mi olfato. Me pierdo en la inmensidad de las aguas con olas intensas de espuma blanca. Un departamento prestado sobre la Peatonal, caminatas por la costa, pesca en la escollera, tardes de fichines en Sacoa y el deseo de volver a casa a contar la experiencia. Con las ganas de repetir la visita.

Una adolescencia en Zárate, con las complicaciones de una etapa de descubrimientos y anhelos. Una enfermedad familiar, que adelantó la madurez y alejó de las alegrías. La timidez como impedimento del crecimiento emocional, el deporte como escape, el trabajo y la secundaria como responsabilidades. Todo eso encerrado en los pequeños límites del pueblo.

Como la historia se recicla, un padre liberado de una enfermedad que hizo meya en su físico, pero le dejó un aprendizaje que supo compartir, nos llevo a la familia de vacaciones…a Mar del Plata. Puso como escusa mi egreso de la Secundaria, pero íntimamente todos sabíamos que lo hacia para festejar su recuperada salud y quería disfrutarla con nosotros, su mujer y sus hijos, antes que partiéramos a vivir nuestras vidas.

Y esa Mar del Plata me recibió, con una nueva autoestima, una mejorada. La timidez dio paso a la aventura de conocer chicas de otros lados. Salidas, charlas y en Cine, ver el estreno de VOLVER AL FUTURO. Que fue el motivo de charla con mis compañeros de trabajo y descubrir la faceta de contador de historias, con la inclusión de detalles que generaban expectativas e interés en el público en la hora del mate.

La edad adulta y la necesidad de posicionarme profesionalmente, sentí que Zárate era el lugar donde las puertas estaban abiertas, sin la necesidad de mudarme. El parque industrial hacia que las oportunidades fueran amplias, sin dejar de lado ese circuito de familia, amistades y lugares placenteros ya comprobados. Mar del Plata era, el lugar de escape de la rutina y el disfrute del verano en una ciudad con todo el condimento de una urbe y la amplitud de opciones de sus playas, para dar ese sentido de libertad y contacto con lo natural, bajo el sol, pisando descalzo la arena y nadar esas aguas frías.

Pasaron los años, aparecieron las opotunidades de conocer otros destinos de vacaciones, dentro y fuera del país.

Luego las desventuras económicas de los planes faraónicos de algunos dirigentes políticos hicieron que las vacaciones, de cabotaje o foráneas fueran un lujo para pocos.

Pero como esta tierra da revancha, a pesar de los mesiánicos dirigentes, tuve la oportunidad de retomar por cuenta propia una nueva profesión, en mi ciudad de Origen, cuando muchos volaban a Europa a encontrar un futuro.

El deporte con amigos, en una etapa recreativa fue el puente para regresar luego de muchos años a Mar del Plata y re descubrir que ese vínculo estaba intacto.

Más cerca de la actualidad, ya en una edad madura, no daba lugar para cambios de escenario y es vínculo con Zárate se agigantaba, pero Mar del Plata era el lugar de escape de fin de semana con amigos por placer o cuando alguien necesitaba un espacio para sanar.

Hablando de sanar, después que la vida nos encerró en una pandemia, mirar para adentro en la soledad de una casa, falta de afectos. Una comunicación con alguien del pasado, que había continuado su vida adulta fuera de Zárate, justamente en Mar del Plata. Otra vez Mar del Plata en mi vida. Las charlas telefónicas, la cercanía a pesar de la distancia. La invitación a recorrer esos quinientos kilómetros y ver si cara a cara, esa amistad adolescente se convertiría en algo mas, ahora ya maduros.

Zárate: me formó, educó, integró, dio un nombre.

Mar del Plata: me dio libertad, placer y la oportunidad de re encontrar con sentimientos que consideraba ausentes.

Íntimamente, creo que Zárate es la “razón” de lo que soy y Mar del Plata es la “pasión” que me motiva a ser mejor.

Disfrutando la aventura de vivir entre dos ciudades.

FIN.