Especial

La Palabra del Domingo

Rufino Giménez Fines

Aprendan a confiar

En este 3er domingo de Pascuas, corresponde la lectura del Evangelio de San Juan, Capítulo 2, versículos del 1 al 19: “Después de esto, Jesús se manifestó otra vez a sus discípulos en el mar de Tiberias. Se manifestó de esta manera: 2 Estaban juntos Simón Pedro, Tomás llamado Dídimo, Natanael que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de sus discípulos. 3 Simón Pedro les dijo: —Voy a pescar. Le dijeron: —Vamos nosotros también contigo. Salieron y entraron en la barca, pero aquella noche no consiguieron nada. 4 Al amanecer, Jesús se presentó en la playa, aunque los discípulos no se daban cuenta de que era Jesús. 5 Entonces Jesús les dijo: —Hijitos, ¿no tienen nada de comer? Le contestaron: —No. 6 Él les dijo: —Echen la red al lado derecho de la barca, y hallarán. La echaron, pues, y ya no podían sacarla por la gran cantidad de peces. 7 Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: —¡Es el Señor! Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó el manto, pues se lo había quitado, y se tiró al mar. 8 Los otros discípulos llegaron con la barca, arrastrando la red con los peces porque no estaban lejos de tierra sino como a cien metros. 9 Cuando bajaron a tierra, vieron brasas puestas con pescado encima, y pan. 10 Jesús les dijo: —Traigan de los pescados que ahora han pescado. 11 Entonces Simón Pedro subió y sacó a tierra la red llena de grandes pescados, ciento cincuenta y tres de ellos y, aunque eran tantos, la red no se rompió. 12 Jesús les dijo: —Vengan, coman. Ninguno de los discípulos osaba preguntarle: “Tú, ¿quién eres?”, pues sabían que era el Señor. 13 Vino, entonces, Jesús y tomó el pan y les dio; y también hizo lo mismo con el pescado. 14 Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestaba a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos. 15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas tú más que estos? Le dijo: —Sí, Señor; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: — Apacienta mis corderos. 16 Le volvió a decir por segunda vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas? Le contestó: —Sí, Señor; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Pastorea mis ovejas. 17 Le dijo por tercera vez: —Simón hijo de Jonás, ¿me amas Pedro se entristeció de que le dijera por tercera vez: “¿Me amas?”. Y le dijo: —Señor, tú conoces todas las cosas. Tú sabes que te amo. Jesús le dijo: —Apacienta mis ovejas. 18 De cierto, de cierto te digo que cuando eras más joven, tú te ceñías e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo extenderás las manos y te ceñirá otro y te llevará a donde no quieras. 19 Esto dijo señalando con qué muerte Pedro había de glorificar a Dios. Después de haber dicho esto le dijo: —Sígueme”.
 
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En el evangelio, la pesca es símbolo de la captación y conversión de aquellos quienes no conocen la Palabra de Dios. Esta narración resalta la abundancia y Pedro quiere ser el primero en encontrarse con Jesús aun cuando no fue el primero en reconocerlo. 
 
El gran número de peces capturados significa la totalidad: todas las naciones están llamadas a formar parte de la comunidad de discípulos del Señor. De esta manera queda patente la universalidad de la misión de la Iglesia que propone Jesús. 
 
También tenemos que señalar que se determina la misión de Pedro dentro de la comunidad de discípulos. A la negación plena, se responde con un mensaje de fidelidad y de amor. En la comunidad cristiana, la máxima primacía está puesta en el servicio brindado desde y con el amor a Dios y a los demás. Pedro no es elegido por haber amado más, sino ser el primero en servir en el amor. 
 
Dicho esto, pensemos que Jesús es irremplazable. Él es el pastor único. Y por lo tanto, Pedro quedará en la Tierra como responsable de la comunidad de discípulos en nombre de Cristo.
 
El servicio encomendado a Pedro por Jesús es el de ir delante del rebaño. Ir delante de la fe. Ir delante en el seguimiento que desemboca en el testimonio.
 
Este pasaje nos relata la aparición de Jesús junto al lago, allí donde antes fueron testigos de momentos memorables. Ahora vuelve para encontrarse con sus discípulos durante su tercera aparición. 
Este relato está atravesado por un clima de intimidad muy especial en el silencio de la noche. Son 7 los reunidos: el contacto con Jesús no es individual. La experiencia con el resucitado debe ser en comunidad y en cercanía con ese otro que está a nuestro lado. Es es la manera de asumir y compartir la Paz.
 
En el camino, siempre podremos encontraremos ovejas descarriadas: amistades falsas o motivadas desde intereses oscuros que no están inspirados en el mensaje amoroso del Señor. Por eso es importante también en este sentido practicar el discernimiento y en consecuencia, la necesaria misericordia.
 
Así como vimos que Pedro lo negó 3 veces la noche que fue capturado, ahora lo vemos afirmando 3 veces su amor por Jesús y ratificando su rol como supremo pastor de los creyentes. La pesca luego de la intervención de Jesús nos muestra que poco o nada verdadero conseguiremos sin su presencia en nuestras vidas. 
 
Pero atención: no es que el Señor no esté dispuesto a ayudarnos, sino que en general nosotros optamos por trabajar por nuestra cuenta, confiando sólo en nuestros talentos y cualidades... pero al final del día nos quedamos con las manos vacías. Y es que sin Jesús, sólo oiremos el ruido de hojas secas. 
 
Entonces, la misión es aprender a confiar en el Señor. Actuar como Él y con Él. Esperar el fruto siendo optimista. Tal como aquellos discípulos, ¿Cuántas veces Jesús está ahí y no lo reconocemos junto a nosotros? Por esto es importante rezar, orar, comulgar… es decir: conectar. 
 

Por Rufino Giménez Fines – Sacerdote Rogacionista