Este domingo corresponde la lectura del Evangelio de San Juan, Capítulo 16, versículos del 12 al 15: "Tendría que decirles muchas cosas más, pero no podrían entenderlas ahora. 13 Cuando venga el Espíritu de la verdad, los guiará para que puedan entender la verdad completa. No hablará por su propia cuenta, sino que dirá únicamente lo que ha oído y les anunciará las cosas que han de suceder. 14 Él me honrará a mí, porque todo lo que les dé a conocer a ustedes lo recibirá de mí. 15 Todo lo que el Padre tiene es también mío; por eso les he dicho que "todo lo que el Espíritu les dé a conocer, lo recibirá de mí".
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Celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad, fiesta en honor a Dios, el homenaje a la unidad en tres personas con un corazón único, indiviso, misterio profundo de nuestra fe, y de nuestra vida cristiana.
Se nos enseña que Dios es familia y formamos parte de ella. Es que Dios es amor, y nosotros participamos en esa fusión única y maravillosa entre las tres personas: Padre, Hijo, y Espíritu Santo… Dios es unitrino, un concepto que aceptamos pero a veces no llegamos a comprender del todo.
San Patricio (385 y 461 d.C.), patrono de Irlanda, lo explicó con el ejemplo de un trébol: tiene tres folíolos, pero son una misma y sola hoja... También podemos pensar en el agua – dicho sea de paso, no hay vida sin ella- que la podemos encontrar en tres estados diferentes: líquido, sólido y gaseoso.
Dios es comunión: nosotros contemplamos, vivimos, palpamos, añoramos y necesitamos ante la fragmentación existente de nuestro entorno conformado por el mundo de los afectos, el de las luchas, el de los proyectos… la vida misma, con sus luces y sus sombras.
Dios es único, y nosotros le damos gloria y alabanza, porque nuestra fe nos dice que en Él está puesta nuestra esperanza, nuestro ser, la Iglesia, nuestra vida cristiana que ha de ser siempre trinitaria.
El caracú del tema es que en la Santa Trinidad reina el amor, y el amor produce abundancia en frutos. Cuando en nosotros acampa el egoísmo, nuestra vida sólo produce esterilidad… No producimos nada valioso cuando Jesucristo no está en nosotros y nosotros en él.
En la Trinidad nace y se revela el amor que se hace servicio. No hablamos de un Dios frío y lejano, sino que se ha querido acercar y caminar entre nosotros, entrar en nuestra historia, nuestra familia, nuestra comunidad. Lo importante es entender que Dios es Amor, y desde ahí, poder construir nuestra vida y la de quienes nos rodean.