“Descristalizar la crianza”: cómo evitar que la sobreprotección genere niños vulnerables
María Eugenia Cossini, Directora Ejecutiva de Austin ABS, compartió un análisis sobre la instalación de los denominados "padres de cristal". Destacó la importancia de construir en su lugar una presencia adulta firme, amorosa y habilitante. "No se trata de querer menos, sino de acompañar mejor".

Durante los últimos años, la etiqueta “padres cristal” se instaló en medios y conversaciones familiares. No se trata de una categoría científica ni de una generación específica, sino de un patrón de crianza: adultos que, por temor, ansiedad o exceso de cuidado, impiden a sus hijos enfrentar desafíos cotidianos.
"La consecuencia más frecuente de esta modalidad es una infancia sin herramientas para gestionar el malestar, tolerar la frustración o resolver problemas por sí misma. En lugar de fortalecer, debilita. En lugar de formar, encierra. Por eso hoy es necesario descristalizar la crianza: desmontar esa estructura frágil y construir en su lugar una presencia adulta firme, amorosa y habilitante aseguró María Eugenia Cossini, Directora Ejecutiva del Colegio Austin ABS, educadora, conferencista y especialista en innovación educativa, quien afirma que "no se trata de querer menos, sino de acompañar mejor".
"Casi ningún padre o madre elige conscientemente una crianza sobreprotectora. Muchas veces, surge como una reacción al propio pasado: adultos que crecieron con rigidez o ausencia afectiva, y que ahora intentan dar todo lo que a ellos les faltó. Pero en esa entrega, sin límites claros ni autonomía, los hijos crecen sin experiencias reales que les permitan fortalecerse" agrega Cossini. "Educar no es evitar el dolor, sino enseñar a transitarlo. No es anticiparse a cada problema, sino estar disponibles cuando el problema aparece. No es evitar el conflicto, sino acompañar a aprender de él".
Cinco claves para descristalizar la crianza
1. Establecer límites firmes y seguros. Los límites no se oponen al amor; son una forma de cuidado. Marcar lo que está bien y lo que no, lo que es negociable y lo que no, ayuda a los niños a organizar su mundo interno y a desarrollar autocontrol. Es fundamental que los adultos tengan claros los innegociables: aquellas cuestiones que no están sujetas a discusión, aunque sí puedan ofrecerse opciones dentro de un marco. Por ejemplo: “Podés bañarte ahora o después de la merienda. No bañarte no es una opción.” “Podés ordenar tu habitación con música o en silencio. Pero dejarla desordenada no está dentro de las opciones.”Ofrecer elecciones dentro de límites firmes fomenta autonomía, pero también construye claridad y respeto mutuo. El niño siente que tiene voz, pero también que hay un marco que lo sostiene".
2. Fomentar la autonomía desde lo cotidiano. Hacer su cama, preparar la mochila, pedir disculpas, cuidar un objeto propio: cada pequeña acción cotidiana construye autoestima basada en el logro y la responsabilidad. Cuanto antes se habilite esa autonomía, más natural será su desarrollo.
3. Validar emociones, pero sin justificar cualquier conducta. Un niño puede estar enojado y tener derecho a expresar lo que siente. Pero no por eso puede agredir, romper o imponer su voluntad. Validar la emoción no implica aceptar todo lo que el niño hace bajo su influencia. Educar emocionalmente es acompañar, poner palabras, enseñar a reparar.
4. No resolver por ellos lo que pueden intentar resolver solos. Una de las formas más comunes de cristalizar la infancia es intervenir cuando no es necesario. Si no permitimos que prueben, fallen y corrijan, nunca desarrollan recursos propios. La frustración no es enemiga del aprendizaje: es parte esencial del proceso de crecimiento.
5. Modelar calma en lugar de contagiar ansiedad. Muchos adultos responden con urgencia a la emoción del niño, amplificando el conflicto. El rol del adulto no es reaccionar, sino contener. Mostrar que podemos acompañar con calma incluso momentos difíciles les brinda a los hijos una referencia emocional segura.
Criar con firmeza y ternura
Descristalizar la crianza no significa volver a modelos autoritarios ni endurecer el trato. Todo lo contrario: implica ser adultos disponibles, coherentes y emocionalmente presentes. Es confiar en que nuestros hijos pueden, y deben, enfrentar desafíos a su medida, sin que eso implique que están solos. "No hay autonomía sin experiencia, ni resiliencia sin práctica. Desarmar el “capullo de cristal” es permitir que los niños se vuelvan protagonistas activos de su desarrollo. No desde el abandono, sino desde el acompañamiento respetuoso y consciente" indica la especialista.
Una infancia fuerte no se hereda: se construye
"Hoy, más que nunca, necesitamos niños capaces de pensar, sentir, decidir, equivocarse y volver a intentar. Necesitamos una crianza que los fortalezca, que los anime a vivir en lugar de esconderse del mundo. Descristalizar la infancia no es un riesgo: es una apuesta por su futuro" concluye María Eugenia Cossini.
"La consecuencia más frecuente de esta modalidad es una infancia sin herramientas para gestionar el malestar, tolerar la frustración o resolver problemas por sí misma. En lugar de fortalecer, debilita. En lugar de formar, encierra. Por eso hoy es necesario descristalizar la crianza: desmontar esa estructura frágil y construir en su lugar una presencia adulta firme, amorosa y habilitante aseguró María Eugenia Cossini, Directora Ejecutiva del Colegio Austin ABS, educadora, conferencista y especialista en innovación educativa, quien afirma que "no se trata de querer menos, sino de acompañar mejor".
"Casi ningún padre o madre elige conscientemente una crianza sobreprotectora. Muchas veces, surge como una reacción al propio pasado: adultos que crecieron con rigidez o ausencia afectiva, y que ahora intentan dar todo lo que a ellos les faltó. Pero en esa entrega, sin límites claros ni autonomía, los hijos crecen sin experiencias reales que les permitan fortalecerse" agrega Cossini. "Educar no es evitar el dolor, sino enseñar a transitarlo. No es anticiparse a cada problema, sino estar disponibles cuando el problema aparece. No es evitar el conflicto, sino acompañar a aprender de él".
Cinco claves para descristalizar la crianza
1. Establecer límites firmes y seguros. Los límites no se oponen al amor; son una forma de cuidado. Marcar lo que está bien y lo que no, lo que es negociable y lo que no, ayuda a los niños a organizar su mundo interno y a desarrollar autocontrol. Es fundamental que los adultos tengan claros los innegociables: aquellas cuestiones que no están sujetas a discusión, aunque sí puedan ofrecerse opciones dentro de un marco. Por ejemplo: “Podés bañarte ahora o después de la merienda. No bañarte no es una opción.” “Podés ordenar tu habitación con música o en silencio. Pero dejarla desordenada no está dentro de las opciones.”Ofrecer elecciones dentro de límites firmes fomenta autonomía, pero también construye claridad y respeto mutuo. El niño siente que tiene voz, pero también que hay un marco que lo sostiene".
2. Fomentar la autonomía desde lo cotidiano. Hacer su cama, preparar la mochila, pedir disculpas, cuidar un objeto propio: cada pequeña acción cotidiana construye autoestima basada en el logro y la responsabilidad. Cuanto antes se habilite esa autonomía, más natural será su desarrollo.
3. Validar emociones, pero sin justificar cualquier conducta. Un niño puede estar enojado y tener derecho a expresar lo que siente. Pero no por eso puede agredir, romper o imponer su voluntad. Validar la emoción no implica aceptar todo lo que el niño hace bajo su influencia. Educar emocionalmente es acompañar, poner palabras, enseñar a reparar.
4. No resolver por ellos lo que pueden intentar resolver solos. Una de las formas más comunes de cristalizar la infancia es intervenir cuando no es necesario. Si no permitimos que prueben, fallen y corrijan, nunca desarrollan recursos propios. La frustración no es enemiga del aprendizaje: es parte esencial del proceso de crecimiento.
5. Modelar calma en lugar de contagiar ansiedad. Muchos adultos responden con urgencia a la emoción del niño, amplificando el conflicto. El rol del adulto no es reaccionar, sino contener. Mostrar que podemos acompañar con calma incluso momentos difíciles les brinda a los hijos una referencia emocional segura.
Criar con firmeza y ternura
Descristalizar la crianza no significa volver a modelos autoritarios ni endurecer el trato. Todo lo contrario: implica ser adultos disponibles, coherentes y emocionalmente presentes. Es confiar en que nuestros hijos pueden, y deben, enfrentar desafíos a su medida, sin que eso implique que están solos. "No hay autonomía sin experiencia, ni resiliencia sin práctica. Desarmar el “capullo de cristal” es permitir que los niños se vuelvan protagonistas activos de su desarrollo. No desde el abandono, sino desde el acompañamiento respetuoso y consciente" indica la especialista.
Una infancia fuerte no se hereda: se construye
"Hoy, más que nunca, necesitamos niños capaces de pensar, sentir, decidir, equivocarse y volver a intentar. Necesitamos una crianza que los fortalezca, que los anime a vivir en lugar de esconderse del mundo. Descristalizar la infancia no es un riesgo: es una apuesta por su futuro" concluye María Eugenia Cossini.